La espera.
Ahí estaba sentada ella esperándome, mientras que yo estaba esperándola en otro bar.
Yo no sabía que me esperaban, me veía mas como el esperador y no el esperado.
Ella sentía algo así. Suponía que era la puntual y no la perdida. Se creía la impaciente y en realidad siempre fue la que nunca apareció.
Así, la esperada resultó ser la esperante y el esperador, pasó a esperar a una persona que lo esperaba en otro lugar, pero sin sospechar que ambos esperaban al otro… es decir cada uno era esperador y esperado a la vez. En bares distantes uno de otro.
Cada uno de nosotros rehusaba llamar al otro para demostrar paciencia, para no desesperar en la espera, en definitiva para no quedar como un pesado…
Suele suceder que la espera se hace impaciente, sobre todo cuando ya llevamos más de 3 horas esperando a alguien que nunca aparece…
Decidí irme a mi casa, encendí el auto mientras le echaba una última ojeada al interior del bar, esperando verla entrar de un momento a otro, pero fue inútil.
Mientras conducía rumbo a mi casa, y esperando que el partido de fútbol no haya terminado, la vi… ahí estaba sentada. Esperaba un colectivo.
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