"algún día ya tendrán noticias mías..." (Capitán Zorolo)

lunes, julio 17, 2006

Bitácora Viajera

Viernes azulado.

¡Ring! Es miércoles por la tarde ¡ring!, suena mi teléfono, al atenderlo descubro que es mi amigo Alejandro, que me informa de la futura realización de un asado en la vecina ciudad de Azul, a llevarse a cabo el viernes por la noche.
Luego de repasaba mi larga lista de excusas y viendo que ninguna se ajustaba a la ocasión, y sumándole a esto mis ganas de asistir, me prendí de buen grado.
Mi alegría fue mayor cuando me enteré que otro amigote iba a ser de la partida, el amigable, entrañable y enorme Oso. Inmediatamente dimos en llamar “Terapia Grupal” a la reunión gastronómica, puesto que hacía un tiempo que no nos juntábamos y nos contábamos nuestras vidas.
Pasó el resto del miércoles…
El jueves duró lo que tarda en llegar el viernes, (GRACIAS SABINA!!), y el viernes llegó con lluvia, pero no esa lluvia que hacen que los ojos de tu enamorada se vean mas suaves, no… la lluvia de la que hablo hacía que los ojos de tu enamorada no se vieran en lo absoluto.
Prummbb!!, rayos y refucilos y agua y mas agua, vecinos haciendo Arcas y arreando toda clase de animales…
Firmé mi testamento y con lágrimas en los ojos enderecé rumbo pa la Terminal de ómnibus.
Todavía mareado por las 3 gotas que me dieron de lleno en el marulo, me encontré con el Oso y tuvimos una de esas típicas charlas: “pero la reput* madre como llueve, caen soret** de punta, justo ahora se le ocurre llover y la **** que *** la **** mil *** si de verdad ********”.
Nos pusimos un poco al tanto respecto de nuestros trabajos y en eso nos percatamos de que la gente que se aprestaba a subir al colectivo, era considerablemente mayor a la capacidad del mismo.
Viernes, llovía de lo lindo y encima teníamos que hacer un viaje de 1 hora parados.
La perspectiva del rico asado empezó a perder un poco de su magia…
Subimos últimos con la esperanza de tomar asiento en la escalera aunque sea… pero no pude (un tipo se interpuso entre ella y yo ¿la historia de mi vida?), el chofer viajaba sin acompañante e instó al Oso que ocupe el lugar sobrante en la cabina. Miradas de complicidad con mis compañeros de infortunios, aclaración en voz alta, “es mi amigo jeje”.
Me tocó viajar a 2 metros del parabrisas superior, visibilidad nula a causa de la consabida lluvia, mezclada con la falta de limpiaparabrisas y un poquito de neblina que hacía que los autos parecieran manchas luminosas en excesiva y peligrosa velocidad. Miradas de terror con mis compañeros de infortunios…
Aclaración en voz alta “adiós mundo cruel”, no causé la simpatía esperada.

En la cabina del conductor se escuchaba una conversación difusa y risas apagadas, pero lo que no sabíamos nosotros, los pasajeros es que el chofer veía tanto como nosotros! En un momento dado (dado pal rezo forzoso), nuestro conductor llama por teléfono al colectivo que venía detrás y le pide un artilugio líquido, que después me enteré que era un spray con alcohol, para limpiar los vidrios. Resulta que tampoco le funcionaba el desempañador…
Eso por dentro, por fuera llovía más todavía y la oscuridad se podía mascar como chicle, sólo los ocasionales rayos permitían ver 2 metros o poco menos. El bicharraco se movía como coctelera. Miradas furtivas a mis compañeros de infortunios: algunos rezaban, otros llamaban a sus familias.
Mal que mal, nadie se murió y llegamos a Azul en una pieza, ahí nos encontramos con Alé y Agustín (propietario de la casa donde íbamos a cenar) y allá fuimos.
Mis nervios por el viaje se disiparon en cuando vi las botellas de bebidas. Eran muchas. Miradas a mis compañeros de aventuras, caras de sastifacción.
De una de las habitaciones cercanas al living, emerge la hermana de Agustín, (dama cuyo nombre se ha perdido en los recovecos de mi mala memoria…).
Haciendo los debidos honores a su profesión (Grafóloga), me hace escribir una carta y la analiza…
Si se preguntan como salió todo, acá va:
*Emocionalmente inestable.
*Grande por dentro (?)
*Con seguridad hacia el futuro.
*Imaginativo
Normalito, dentro de todo.

Bueh, llegamos a la hora de la cena y ésta paso sin mayores incidentes (había un comensal más, que no pasa de ahí).
Menú: pollo al horno regado por bastante cerveza y fernet.
Postre: discusiones varias.
Sobremesa: Alejandro en curda.

La salida a algún lugar bailable se vió truncada por la “sobremesa”.
Final de la noche: café en una estación de servicio.

Lindo viaje. Miradas a mi alrededor, lo haría de nuevo.


He Dicho.

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